jueves, 25 de febrero de 2016

Jugando al escondite

Estas semanas he tenido que hacerme cargo de unos pollos a los que he terminado de criar con papilla. Esto supone estar pendiente de ellos: cuándo se les vacía el buche, prepararles la comida, que crezcan bien, verificar que aprendan a pelar semillas con destreza, etc.

Cuando van aprendiendo a comer solos también espabilan y comienzan a ser bastante gamberros. Es una forma de conocer el mundo, curiosear... si estuvieran en la jaula con sus padres es cuando saltan del nido e investigan todo.

Pues bien, a veces este espíritu aventurero también da sobresaltos, en este caso por suerte todo ha salido bien, pero hay que ir con mil ojos porque a veces hacen contorsiones imposibles, se enganchan con cualquier cosa y quedan atrapados, y eso puede suponer que se hagan daño o pasen horas sin alimentarse, con consecuencias fatales.

Comparto unas fotos de una gamberrada de un polluelo que me dio un buen susto cuando me lo encontré dentro de un comedero.



En este caso, la jaula tenía unos comederos externos de esos que para cambiar la comida tienes que tirar del depósito. Así que cuando me encuentro al pollo en ese espacio minúsculo con la cabeza dentro del montón de semillas pensaba que se había ahogado al no poder salir.
Como no podía abrir el comedero ni tirar del depósito, conseguí sacarle metiendo la mano en la jaula y tirar de la cola hasta que lo saqué y volvió a saltar y jugar como si nada.



Otros días me lo volvió a hacer, pero esta vez presencié todo el proceso como si de un juego se tratase:

Entré en la habitación donde estaba la jaula. El pollo estaba tranquilamente posado en una percha. Me mira - le miro.

Se acerca despacio al comedero y se cuelga del revés empezando a meter la cabeza... sin dejar de mirarme ¡¡parecía que me estaba retando!!


Mientras yo murmuraba "No, no... ¡no lo hagas!", el sinvergüenza hacía lo contrario.

Logró meterse en el pequeño hueco del comedero y no sé cómo, se giró sobre sí mismo.

Ahí se quedó, acurrucado ¿in?cómodamente sobre las semillas de alpiste, mientras otros pollitos (que por suerte no llegaron a imitarle) se acercaban a ver qué era tan divertido.




Tras sacar unas fotos para dejar constancia de esa pequeña locura, el pollo salió tan tranquilamente como había entrado, dejándome totalmente descolocada.

En fin, son juegos de pollitos.

Instintivamente buscan un hueco que les recuerde a su nido donde se sienten seguros, aunque eso suponga que tengamos que vigilar que puedan salir de donde han entrado y no suponga un peligro para ellos, porque aún son bastante inconscientes y temerarios.



¿Alguna vez os habéis encontrado a vuestros periquitos haciendo cosas tan raras como ésta?


Parece que se está riendo... XD



Y ya parece que tocaba salir del comedero


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